Quinta parte. Un signo de unidad: la Iglesia de Jesucristo es jerárquica
Por: Gerardo Cartagena Crespo
Afirmación XII: Cristo quiso una jerarquía para su Iglesia
Es una verdad fuertemente sostenible por la Biblia que Cristo al instituir su Iglesia la dejó al abrigo y amparo de hombres a quienes comunica y encarga la misión de predicar el Evangelio, dándoles el poder y la autoridad necesaria (Mateo 18, 18) para cumplir y llevar a cabo y a feliz término la propagación de la Buena Nueva a toda la humanidad en todo el mundo y en todas las épocas.
Testimonio de Scott Hahn:
"De regreso a casa platiqué mucho más con el Dr. Gerstner. Le pedí que me mostrara en donde la Biblia enseña lo de sola scriptura. No oí ni un solo argumento nuevo. Más bien él me planteó una pregunta: «Scott, si estás de acuerdo de que ahora poseemos la inspirada e inerrante Palabra de Dios en la Escritura, ¿qué más necesitamos entonces?»
Le repliqué: «Dr. Gerstner, no creo que el tema principal se relacione con lo que necesitemos; pero ya que me lo pregunta, le daré mi punto de vista. Desde la época de la Reforma, más de veinticinco mil diferentes denominaciones protestantes han venido a la existencia, y los expertos dicen que en la actualidad cinco nuevas se forman cada semana. Cada una de ellas proclama seguir al Espíritu Santo y el pleno sentido de la Escritura. Dios sabe que necesitamos algo más que eso.
»Lo que quiero decir, Dr. Gerstner, es que cuando los fundadores de nuestra nación, nos dieron la Constitución, no se contentaron únicamente con eso. ¿Se imagina lo que tendríamos hoy si lo único que nos hubiesen dejado fuera un documento, por muy bueno que sea, junto con la recomendación: Que el espíritu de Washington guíe a cada uno de los ciudadanos? Tendríamos una anarquía, que es básicamente lo que los protestantes tenemos en lo que se refiere a la unidad de la iglesia... En vez de eso, nuestros padres fundadores nos dieron algo más que la Constitución; nos dieron un gobierno (constituido por un presidente, un congreso y una corte suprema) todos ellos necesario para aplicar e interpretar la Constitución. Y si eso es necesario para gobernar un país como el nuestro; ¿qué se necesitará para gobernar una Iglesia que abarque al mundo entero?...»" (Roma Dulce Hogar).
Argumento A: Cristo elige doce hombres de entre el resto de los discípulos para una misión especial.
Prueba 1:
a. "Entonces Jesús subió al cerro y llamó a los que él quiso, y vinieron a él. Así constituyó a los Doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para echar a los demonios" (Marcos 3, 13-15).
b. "En aquellos días se fue a orar al cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. Al llegar el día, llamó a sus discípulos y de ellos escogió a doce, a los que llamó apóstoles: Simón, al que le puso el nombre Pedro, y Andrés su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, apodado Zelote, Judas, hermano de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor" (Lucas 6, 12-16).
La elección de los apóstoles no podemos verlo como un acto caprichoso y sin un fin. Si analizamos los textos relacionados a los apóstoles veremos claramente un plan y un objetivo bien definidos.
Prueba 2: Para sustituir al traidor, se elige a otro como apóstol: "«Es preciso, pues, que busquemos entre los hombres que anduvieron con nosotros durante todo el tiempo que convivimos con Jesús, desde el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, y que uno de ellos venga a ser, junto con nosotros testigo de su Resurrección.» Presentaron a dos: José, llamado Barsabá, por sobrenombre Justo, y Matías. Entonces oraron así: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido para ocupar en el servicio del apostolado el puesto que Judas dejó para irse al lugar que le correspondía.» Echaron suerte, y la suerte cayó sobre Matías, el cual fue agregado a los once apóstoles (Hechos 1, 21-26).
En este texto se especifica que sólo, única y exclusivamente los verdaderos y legítimos ministros de Dios son aquellos que son llamados directamente por Dios a través del Colegio Apostólico por medio de la sucesión apostólica (más adelante se ampliará el concepto de sucesión según la Biblia).
De no ser necesario el Colegio Apostólico como centro de gobierno para la unidad y orden en la Iglesia, la elección de nuevos miembros en el cargo no tendría sentido.
Conclusión: La elección de los Doce por parte de Jesús es una clara y evidente manifestación del deseo de Dios para con su Iglesia. Si Cristo no hubiese querido dirigentes para su Iglesia simplemente no se hubiese molestado en separar a estos hombres del resto del discipulado; se hubiera conformado con enseñar a sus discípulos para luego enviarlos a evangelizar, pero con la consiguiente consecuencia que vemos manifestada en el protestantismo y las iglesias ortodoxas. Tampoco Cristo se hubiese molestado en transmitir ciertos poderes como el de atar y desatar, o el que dio específicamente a Pedro de las llaves y el de pastoreo como vemos en el evangelio de Juan, etc.
Argumento B: Los Apóstoles son las columnas de la nueva Jerusalén, o sea, la Iglesia.
Prueba 1: "La muralla de la ciudad descansaba en doce piedras de cimientos en las que están escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero" (Apocalipsis 21, 14).
Prueba 2: "Así, pues, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos del pueblo de los santos; ustedes son de la casa de Dios. Ustedes son la casa cuyas bases son los apóstoles y profetas, y cuya piedra angular es Cristo Jesús" (Efesios 2, 19-20).
Sólo y exclusivamente la Iglesia única y verdadera de Jesucristo es aquella que descansa sobre el fundamento de los Apóstoles. Y sólo esa Iglesia posee los legítimos sucesores de los Apóstoles, cuyo encargo es el de continuar la obra evangelizadora como únicos y auténticos representantes de Cristo en la tierra. Por lo tanto, son ellos los únicos con la debida y legítima autoridad de celebrar y perpetuar hasta la segunda venida de Cristo, el culto supremo y agradable a Dios: la Cena del Cordero o Santa Misa, por la cual se renueva la definitiva y eterna Alianza pactada por Dios con los hombres por medio del único sacrificio de Cristo en la Cruz. Es por eso que ellos son real y verdaderamente sacerdotes, pues participan, por ser representantes de Cristo, del Único y Eterno Sacerdocio.
En una ocasión una hermana misionera trajo a colación de cómo un hermano separado, utilizando el texto bíblico de Hebreos 7, 11-28, quiso hacer ver que el sacerdocio ya había caducado por el único Sacerdocio de Cristo y que, por lo tanto, ya no es válido el sacerdocio católico.
Vemos como, ignorantemente o a sabiendas, los textos bíblicos son manipulados de tal forma para hacerles decir lo que no quieren decir. Allí se habla expresamente del sacerdocio de la Antigua Ley, cargo ocupado por los hijos de Leví, que constantemente tenían que ofrecer sacrificios por los pecados, tanto por ellos mismos como por el pueblo. No así Cristo, quien fue constituido «sacerdote para la eternidad, a semejanza de Melquisedec» (Heb. 7, 17).
En el versículo 24 del mismo texto se lee: «Jesús, en cambio, permanece para siempre y no se le quitará el sacerdocio» (las traducciones a este texto varían en cada Biblia). Y deducen con ello que el sacerdocio católico viene sobrando, está de más pues pretende sustituir al de Cristo.
Primero. No podemos dejarnos llevar por los términos: sacerdote, pastores, ministros puesto que son nombres con los cuales se quiere identificar un cargo en la Iglesia cuya función es ser representante de Cristo. Para los católicos, el hombre llamado y consagrado para ejercer dicho cargo es llamado sacerdote, pues él es el encargado por Dios para ofrecerle oraciones y el culto legítimo y público de la Iglesia.
Segundo. El sacerdocio católico se fundamenta en el Sacerdocio de Cristo quien le da su razón de ser (este sacerdocio que en la Iglesia Católica es conocido como ministerial y del cual San Pablo alude en Hechos 20,28 y Tito 1,5, es distinto al sacerdocio común de los fieles). San Pedro llama a los miembros de la Iglesia sacerdotes de Cristo: "Ustedes pasan a ser una comunidad de sacerdotes que, por Cristo Jesús, ofrecen sacrificios espirituales y agradables a Dios" (1Pedro 2, 5).
Tercero. El sacerdote católico fue designado por Dios para ofrecer el Sacrificio Santo y agradable a Dios --no otro sacrificio, sino el mismo realizado por Cristo en la Cruz-- cumpliendo con ello el deseo de Cristo: "que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, y después de dar gracias lo partió, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.» De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo: «Esta es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía.»" (1 Corintios 11, 23-25). El texto es sumamente claro e indica y señala de un modo inteligible que Jesucristo manda y, en cierto modo, ordena que lo que él acaba de realizar, ellos, los apóstoles, debían también realizarlo como memorial, es decir, traer al presente de la celebración, aunque de un modo incruento, el momento histórico de Su Pasión y Muerte en cruz y la consecuente manifestación gloriosa de Su Resurrección. Eso es la Santa Misa: la actualización (hacer presente lo acontecido hace dos mil años) del único y eterno sacrificio de Cristo por la remisión de los pecados de la humanidad. No es otro sacrificio, ni mucho menos un sacrificio añadido al de Cristo ni al modo de la Antigua Ley.
Cuarto. Es en la Santa Misa donde se cumple la profecía de Malaquías: "Desde donde sale el sol hasta el ocaso, en cambio, todas las naciones me respetan y en todo el mundo se ofrece a mi Nombre tanto el humo del incienso como una ofrenda pura. Porque mi fama se extiende por todos los países, sostiene Yahvé de los Ejércitos" (Malaquías 1, 11). Así el sacerdote católico viene a cumplir la profecía al ofrecer a Dios "el humo del incienso" --la oración de la Iglesia (para referencia ver Apocalipsis 5, 8 y 8, 3-4)--, y "una ofrenda pura" --la víctima del único y eterno Sacrificio: Jesucristo, Hostia viva y veraz--. De esta manera el sacerdote católico ejerce un verdadero y auténtico sacerdocio que emana del Único y eterno Sacerdocio de Cristo y que, como bien dice San Pedro, son "sacerdotes que, por Cristo Jesús, ofrecen sacrificios espirituales y agradables a Dios.”
Quinto. Los protestantes no quieren admitir el pastoreo de nuestros sacerdotes en la única y verdadera Iglesia fundada por Jesucristo, pero se aferran a la autoridad y pastoreo de sus ministros y pastores que se han adjudicado ellos mismos una misión a la que Cristo no los llamó ni les autorizó realizar.
Sexto. Nuestros pastores, los legítimos sucesores de los apóstoles y, por consiguiente, verdaderos representantes de Cristo en la tierra, son columnas y fundamentos de unidad, principio básico y fundamental en la identificación de la única y verdadera Iglesia de Cristo; mientras que los pastores y ministros de las iglesias separadas son signos de desacuerdos, desórdenes y confusión doctrinal, moral y espiritual que ha llevado y degenerado en las múltiples e incontables sectas que hoy pretenden, cada una de ellas, ser la Iglesia de Cristo.
Afirmación XIII: Autoridad de la Iglesia de Cristo.
Si Cristo quiso y constituyó una jerarquía para encabezar y guiar su Iglesia, no fue para mero adorno, sino para ejercer una función de capital importancia:
a) mantener la unidad y estabilidad de la Iglesia;
b) asegurar la permanente y constante propagación del Evangelio por todo el mundo hasta el fin del mundo;
c) la permanencia de la verdad total en su justo equilibrio evitando cualquier desviación o contaminación;
d) asegurar un orden y una disciplina capaz de orientar, enseñar, corregir eficaz, correcta y adecuadamente todo, de acuerdo con el contenido de la Divina Revelación, a la humanidad entera llamando y permitiendo el libre y fácil acceso en su regazo.
Todo esto bajo el amparo y la guía del Espíritu Santo conforme las promesas de Jesucristo.
Argumento A: Institución y autoridad del papado.
El papado es una de las instituciones en la Iglesia de Cristo, después de la Eucaristía y la devoción a la Virgen María y los santos, que más dan qué decir y atacar por parte de las iglesias separadas y sectas. El sentido común y la lógica nos dicta que todo organismo humano requiere de un cuerpo dirigente para que pueda mantenerse en pie y pueda funcionar bien y cumplir en su totalidad con todos sus objetivos; y este cuerpo dirigente requiere de una cabeza que evite la anarquía, la división y la desintegración de dicho organismo. Del mismo modo, la Iglesia por el simple hecho de estar constituida por seres humanos (no de ángeles) requiere de un organismo o cuerpo dirigente que, guiado por el Espíritu de Dios, pueda cumplir con la misión a ella encomendada. Y ese cuerpo dirigente requiere, para así mismo evitar una anarquía y consiguiente desintegración de la Iglesia (como de hecho hubiese ocurrido de no haber sido creado), una cabeza visible que le diera dirección y unidad a todo el Cuerpo. Por eso esta institución creada y querida por Dios y respaldada por el Espíritu Santo es la que mejor ha logrado mantener la unidad de la Iglesia y la estabilidad y seguridad doctrinal y moral a lo largo de los siglos (como ejemplo en contra veamos lo ocurrido con el protestantismo y las iglesias ortodoxas); institución con la que Cristo cumple su promesa de que los poderes del infierno no podrán contra su Iglesia. Por eso los ataques constantes y continuos contra esta institución.
Prueba 1: "Y ahora, yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra) y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia..." (Mateo 16, 18).
En otros tratados ya he tocado el tema, pero ante la importancia que reviste es bueno ampliar y establecer lo más claramente posible esta verdad bíblica. Scott Hahn en su testimonio nos sigue dando más luz al respecto.
Testimonio de Scott Hahn:
"Mientras el Dr. Gerstner y yo viajábamos, tuvimos cuatro horas de intensa discusión teológica. Empecé a sacar toda la reserva de argumentos que había ido acumulando, acerca de la Iglesia Católica como el punto culminante de la historia de la salvación en el Antiguo Testamento y la materialización de la Nueva Alianza.
El Dr. Gerstner escuchaba con atención, respondiendo cada punto con interés y respeto. Parecía mirar mis argumentos como algo novedoso; pero al mismo tiempo insistía en que no justificaban de por sí el que alguien se pasara a la Iglesia católica romana, a la que se refería como «la sinagoga de Satanás.»
En un determinado momento me preguntó: «Scott, ¿qué base bíblica tú encuentras para el Papa?»
«Dr. Gerstner, usted sabe que el evangelio de Mateo enfatiza el papel de Jesús como Hijo de David y Rey de Israel. Yo creo que Mateo 16, 17-19 nos muestra cómo Jesús deja esto establecido: Le dio a Simón tres cosas: Primero, un nombre nuevo: Pedro (o Piedra); segundo, su compromiso de edificar su Iglesia sobre Pedro; y tercero, las llaves del Reino de los Cielos. Es este tercer punto el que encuentro más interesante.
«Cuando Jesús habla de las «llaves del Reino», hace referencia a un importante texto del Antiguo Testamento, Isaías 22, 20-22, donde Ezequías, el heredero del trono real de David, y el rey de Israel en los días de Isaías, reemplaza a su viejo primer ministro, Shebna, por uno nuevo llamado Eliakim.
Cualquiera podía darse cuenta de quién de los miembros del gabinete era el nuevo primer ministro ya que se le habían entregado las «llaves del reino».
Confiándole a Pedro las «llaves del Reino», Jesús establece el cargo de Primer Ministro para administrar la Iglesia como su Reino en la tierra. Las «llaves» son, pues, un símbolo del oficio y la primacía de Pedro para ser transmitido a sus sucesores; como de hecho se ha transmitido a lo largo de las épocas».
Me respondió: «Es un argumento muy ingenioso, Scott».
«¿Y cómo lo refutamos nosotros los protestantes?»
Me dijo: «Bueno, no creo haberlo escuchado antes. Tendría que pensar un poco más en ello...»
«Es por eso, Dr, Gerstner, que yo personalmente estoy empezando a creer que Cristo no nos dejó con sólo un libro y su Espíritu. De hecho, en ninguna parte del evangelio Él dice algo a sus apóstoles acerca de escribir. Más bien, apenas menos de la mitad de ellos escribieron libros que fueran incluidos en el Nuevo Testamento. Lo que Cristo sí le dijo a Pedro fue: «Sobre esta piedra construiré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.» Por eso me parece más lógico que Jesús nos haya dejado su Iglesia, --constituida por el Papa, los obispos y los Concilios, todos ellos necesarios para aplicar e interpretar la Escritura»" (Roma Dulce Hogar, págs. 73-74 y 76-77).
Los protestantes indican que las variantes Pedro (Petros en griego) y piedra (petra en griego) son la clave para la recta interpretación del texto, y así dicen que la primera parte ("tú eres Pedro" -Petros-) se refería a Simón, pero la segunda parte ("y sobre esta piedra" -petra-) Jesús se refería a sí mismo.
San Mateo (y no Cristo) no pretende hacer una diferencia de intenciones o una doble intención de Cristo con relación a las funciones de Simón (que según la interpretación protestante el cambio de nombre no posee ninguna función -actitud ilógica e irracional en Cristo-), frente a las funciones de Cristo como la Piedra sobre la cual edificaría su Iglesia (convirtiendo la estructura de la oración en un enigma y un absurdo o contradicción); sino dejar bien establecido la razón y el porqué del cambio de nombre: "Tú eres Pedro" (Petros), cambio de nombre para indicar un propósito y dejar establecida una base, un sostén que dé firmeza y estabilidad a lo que Cristo va a realizar por medio de Simón: "y sobre esta piedra" (petra), refiriéndose a la Piedra elegida como base y fundamento de la nueva y magna construcción: "edificaré mi Iglesia", razón fundamental por la que Cristo estableció a Simón como Piedra, base y fundamento visible de su Iglesia.
Otro punto importantísimo es el hecho de que Mateo haya querido reforzar la intención de Cristo con el doble género de la palabra piedra en griego (petros-masculino y petra-femenino), recordando que en arameo (la lengua que Cristo habló) se dice igual -kefas o Cefas-. El que Mateo haya utilizado ambas palabras en nada debilita la posición católica, sino que la refuerza dándole una visión más clara a la intención de Cristo. El término en masculino Petros indica la elección específica de esa persona y no otra.
Así, Mateo refuerza la intención de Cristo con relación a Simón, eliminando a cualquier otra persona, convirtiéndolo en el único elegido para tal misión o desempeño de vital importancia. El término en femenino petra indica el ejercicio y misión específica que tal persona -en nuestro caso, Simón- va a desempeñar y ejecutar como fundamento elegido por Dios para garantizar la unidad y asegurar la permanencia de la Iglesia a lo largo de los siglos, "que ni los poderes del infierno podrán destruir". Esta promesa indica que esa misión, autoridad y poder recibida por Simón será transmitida a sus sucesores y no compartida a la misma vez (en el mismo tiempo) por otro u otros, evitando así cualquier gobierno paralelo, como los intentos de varios antipapas a lo largo de la historia.
Prueba 2: "Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los Cielos" (Mateo 16, 19).
Este texto no es tomado en cuenta por los hermanos separados. El mismo es clave para la recta interpretación del versículo anterior. Si se toma en cuenta, la verdad de que Cristo sí edificó su Iglesia sobre Simón, adquiere sentido y razón de ser. Hagamos un ejercicio de sentido común: si se acepta como válido la interpretación del texto anterior (Mt. 16, 18) según es interpretado por los protestantes ¿cómo habría que interpretar este texto en el que Cristo le otorga a Simón, ahora llamado Pedro, las llaves del Reino de los Cielos? Y no vengan con que Pedro está en el cielo con un enorme llavero custodiando unas puertas. ¿Cómo tiene que ser interpretado el poder que Cristo le confiere a Simón Pedro, y sólo a él, de atar y desatar? Si Simón Pedro es constituido cabeza y fundamento visible por Jesucristo para la edificación de su Iglesia, estos poderes y autoridad adquieren sentido y razón de ser. Pero si todo ha sido un montaje y un juego de palabras con el que Cristo quiere indicar otra cosa, el versículo 19 se convierte en un enigma y en un sin sentido.
"El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia... El poder de "atar y desatar" significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia (Catecismo de la Iglesia Católica #553).
Por eso, el Papa tiene todo el derecho dado por Dios a dicha institución para ejercer el ministerio con toda la autoridad y poder requerido para tal función y cargo (las llaves del Reino), y así se constituye en la Iglesia el poder ejecutivo que, como un poderoso ligamento, mantendrá la unidad y estabilidad doctrinal de la Iglesia gracias a la acción del Espíritu Santo. Mas, también, queda constituido el poder legislativo y judicial (atar y desatar) que garantizará la correcta, adecuada y necesaria disciplina y normas, y la sana y justa ejecución de las mismas, evitando así la anarquía que de lo contrario hubiera llevado a la Iglesia a su inminente deterioro doctrinal, moral y espiritual y su posterior destrucción, tal y como enseñan los protestantes que ocurrió con la Iglesia fundada por Cristo, cometiendo con ello una terrible blasfemia contra el Espíritu Santo.
Es claro que cuando Cristo dice: "todo lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo", se sobreentiende que todo cuanto Pedro y sus sucesores determinen y dictaminen en lo doctrinal, moral y espiritual para bien y salvación de las almas, será ratificado por Dios en el Cielo. Es decir, Cristo le comunica a Pedro y a los demás apóstoles (Mateo 18, 18) en comunión con Pedro el poder de la infalibilidad que, no es otra cosa, la seguridad y certeza de que todo cuanto la Iglesia enseñe como doctrina oficial es completamente verdadero (siempre y cuando sea bajo el aspecto doctrinal, moral y espiritual en su esencia -lo que Dios se ha dignado revelarnos-).
Prueba 3: "Después que comieron, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Este contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero» Jesús dijo: «Apacienta mis corderos» Y le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero» Jesús dijo: «Cuida mis ovejas» Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso muy triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas»" (Juan 21, 15-17).
Este texto es uno de los más claros y evidentes para dejar totalmente establecido y fuera de toda duda del deseo de Cristo de dejar a Simón Pedro como cabeza de la Iglesia. Simón es dejado por el mismo Cristo como Pastor visible de la única y verdadera Iglesia por Él fundada. Si no es así, echemos este texto, y por consiguiente toda la Biblia a la basura.
Prueba 4: "Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como se hace con el trigo; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Tú, entonces, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos" (Lucas 22, 31-32).
Conclusión: No hay duda que la Biblia deja claramente establecido la elección de Simón Pedro como base de la Iglesia fundada por Jesucristo, y que éste es constituido como cabeza visible de la Iglesia, con los poderes necesarios para gobernarla en nombre de Jesucristo. Y al que no le guste, quéjese con Cristo que fue quien inventó esta manera de dirigir y gobernar su Iglesia.
Argumento B: Autoridad de la Iglesia de Cristo
Los siguientes textos nos indican que, efectivamente la Iglesia, y en ella los Apóstoles y sucesores, recibió de Cristo una autoridad legislativa y judicial para el recto gobierno de la Iglesia. Si Cristo no hubiese querido dar tal autoridad no hubiese dado el poder de atar y desatar.
Prueba 1: "Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a dos o tres, de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida. Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un publicano" (Mateo 18, 15-17).
Jesús está estableciendo unos parámetros a seguir, para que la Iglesia pueda fácilmente regirse para los casos de posible excomunión ("...será para ti como un pagano o un publicano").
Prueba 2: "Si alguien fomenta sectas en la Iglesia, le llamarás la atención una primera y una segunda vez; después rompe con él, sabiendo que es un descarriado y culpable que se condena a sí mismo" (Tito 3, 10-11).
Prueba 3: "Yo les digo: «Todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado, y todo lo que desaten en la tierra, el Cielo lo tendrá por desatado» (Mateo 18, 18; de modo especial a Simón Pedro -Mt. 16,19-).
Lo interesante e impresionante de esta autoridad que Cristo confiere a la Iglesia de atar y desatar (al igual que Mateo 16,19) es que, tal autoridad no se detiene en esta tierra, sino que es extensiva al "reino de los cielos". Luego la autoridad depositada en la Iglesia y a los Apóstoles representados en Simón-Pedro, es una autoridad divina a la que, por consiguiente, todos los fieles de la Iglesia deben respeto y obediencia. Y esta realidad se puede entender por lo siguiente:
Por: Gerardo Cartagena Crespo
Es una verdad fuertemente sostenible por la Biblia que Cristo al instituir su Iglesia la dejó al abrigo y amparo de hombres a quienes comunica y encarga la misión de predicar el Evangelio, dándoles el poder y la autoridad necesaria (Mateo 18, 18) para cumplir y llevar a cabo y a feliz término la propagación de la Buena Nueva a toda la humanidad en todo el mundo y en todas las épocas.
Testimonio de Scott Hahn:
"De regreso a casa platiqué mucho más con el Dr. Gerstner. Le pedí que me mostrara en donde la Biblia enseña lo de sola scriptura. No oí ni un solo argumento nuevo. Más bien él me planteó una pregunta: «Scott, si estás de acuerdo de que ahora poseemos la inspirada e inerrante Palabra de Dios en la Escritura, ¿qué más necesitamos entonces?»
Le repliqué: «Dr. Gerstner, no creo que el tema principal se relacione con lo que necesitemos; pero ya que me lo pregunta, le daré mi punto de vista. Desde la época de la Reforma, más de veinticinco mil diferentes denominaciones protestantes han venido a la existencia, y los expertos dicen que en la actualidad cinco nuevas se forman cada semana. Cada una de ellas proclama seguir al Espíritu Santo y el pleno sentido de la Escritura. Dios sabe que necesitamos algo más que eso.
»Lo que quiero decir, Dr. Gerstner, es que cuando los fundadores de nuestra nación, nos dieron la Constitución, no se contentaron únicamente con eso. ¿Se imagina lo que tendríamos hoy si lo único que nos hubiesen dejado fuera un documento, por muy bueno que sea, junto con la recomendación: Que el espíritu de Washington guíe a cada uno de los ciudadanos? Tendríamos una anarquía, que es básicamente lo que los protestantes tenemos en lo que se refiere a la unidad de la iglesia... En vez de eso, nuestros padres fundadores nos dieron algo más que la Constitución; nos dieron un gobierno (constituido por un presidente, un congreso y una corte suprema) todos ellos necesario para aplicar e interpretar la Constitución. Y si eso es necesario para gobernar un país como el nuestro; ¿qué se necesitará para gobernar una Iglesia que abarque al mundo entero?...»" (Roma Dulce Hogar).
Argumento A: Cristo elige doce hombres de entre el resto de los discípulos para una misión especial.
Prueba 1:
a. "Entonces Jesús subió al cerro y llamó a los que él quiso, y vinieron a él. Así constituyó a los Doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para echar a los demonios" (Marcos 3, 13-15).
b. "En aquellos días se fue a orar al cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. Al llegar el día, llamó a sus discípulos y de ellos escogió a doce, a los que llamó apóstoles: Simón, al que le puso el nombre Pedro, y Andrés su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, apodado Zelote, Judas, hermano de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor" (Lucas 6, 12-16).
La elección de los apóstoles no podemos verlo como un acto caprichoso y sin un fin. Si analizamos los textos relacionados a los apóstoles veremos claramente un plan y un objetivo bien definidos.
Prueba 2: Para sustituir al traidor, se elige a otro como apóstol: "«Es preciso, pues, que busquemos entre los hombres que anduvieron con nosotros durante todo el tiempo que convivimos con Jesús, desde el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, y que uno de ellos venga a ser, junto con nosotros testigo de su Resurrección.» Presentaron a dos: José, llamado Barsabá, por sobrenombre Justo, y Matías. Entonces oraron así: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido para ocupar en el servicio del apostolado el puesto que Judas dejó para irse al lugar que le correspondía.» Echaron suerte, y la suerte cayó sobre Matías, el cual fue agregado a los once apóstoles (Hechos 1, 21-26).
En este texto se especifica que sólo, única y exclusivamente los verdaderos y legítimos ministros de Dios son aquellos que son llamados directamente por Dios a través del Colegio Apostólico por medio de la sucesión apostólica (más adelante se ampliará el concepto de sucesión según la Biblia).
De no ser necesario el Colegio Apostólico como centro de gobierno para la unidad y orden en la Iglesia, la elección de nuevos miembros en el cargo no tendría sentido.
Conclusión: La elección de los Doce por parte de Jesús es una clara y evidente manifestación del deseo de Dios para con su Iglesia. Si Cristo no hubiese querido dirigentes para su Iglesia simplemente no se hubiese molestado en separar a estos hombres del resto del discipulado; se hubiera conformado con enseñar a sus discípulos para luego enviarlos a evangelizar, pero con la consiguiente consecuencia que vemos manifestada en el protestantismo y las iglesias ortodoxas. Tampoco Cristo se hubiese molestado en transmitir ciertos poderes como el de atar y desatar, o el que dio específicamente a Pedro de las llaves y el de pastoreo como vemos en el evangelio de Juan, etc.
Argumento B: Los Apóstoles son las columnas de la nueva Jerusalén, o sea, la Iglesia.
Prueba 1: "La muralla de la ciudad descansaba en doce piedras de cimientos en las que están escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero" (Apocalipsis 21, 14).
Prueba 2: "Así, pues, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos del pueblo de los santos; ustedes son de la casa de Dios. Ustedes son la casa cuyas bases son los apóstoles y profetas, y cuya piedra angular es Cristo Jesús" (Efesios 2, 19-20).
Sólo y exclusivamente la Iglesia única y verdadera de Jesucristo es aquella que descansa sobre el fundamento de los Apóstoles. Y sólo esa Iglesia posee los legítimos sucesores de los Apóstoles, cuyo encargo es el de continuar la obra evangelizadora como únicos y auténticos representantes de Cristo en la tierra. Por lo tanto, son ellos los únicos con la debida y legítima autoridad de celebrar y perpetuar hasta la segunda venida de Cristo, el culto supremo y agradable a Dios: la Cena del Cordero o Santa Misa, por la cual se renueva la definitiva y eterna Alianza pactada por Dios con los hombres por medio del único sacrificio de Cristo en la Cruz. Es por eso que ellos son real y verdaderamente sacerdotes, pues participan, por ser representantes de Cristo, del Único y Eterno Sacerdocio.
En una ocasión una hermana misionera trajo a colación de cómo un hermano separado, utilizando el texto bíblico de Hebreos 7, 11-28, quiso hacer ver que el sacerdocio ya había caducado por el único Sacerdocio de Cristo y que, por lo tanto, ya no es válido el sacerdocio católico.
Vemos como, ignorantemente o a sabiendas, los textos bíblicos son manipulados de tal forma para hacerles decir lo que no quieren decir. Allí se habla expresamente del sacerdocio de la Antigua Ley, cargo ocupado por los hijos de Leví, que constantemente tenían que ofrecer sacrificios por los pecados, tanto por ellos mismos como por el pueblo. No así Cristo, quien fue constituido «sacerdote para la eternidad, a semejanza de Melquisedec» (Heb. 7, 17).
En el versículo 24 del mismo texto se lee: «Jesús, en cambio, permanece para siempre y no se le quitará el sacerdocio» (las traducciones a este texto varían en cada Biblia). Y deducen con ello que el sacerdocio católico viene sobrando, está de más pues pretende sustituir al de Cristo.
Primero. No podemos dejarnos llevar por los términos: sacerdote, pastores, ministros puesto que son nombres con los cuales se quiere identificar un cargo en la Iglesia cuya función es ser representante de Cristo. Para los católicos, el hombre llamado y consagrado para ejercer dicho cargo es llamado sacerdote, pues él es el encargado por Dios para ofrecerle oraciones y el culto legítimo y público de la Iglesia.
Segundo. El sacerdocio católico se fundamenta en el Sacerdocio de Cristo quien le da su razón de ser (este sacerdocio que en la Iglesia Católica es conocido como ministerial y del cual San Pablo alude en Hechos 20,28 y Tito 1,5, es distinto al sacerdocio común de los fieles). San Pedro llama a los miembros de la Iglesia sacerdotes de Cristo: "Ustedes pasan a ser una comunidad de sacerdotes que, por Cristo Jesús, ofrecen sacrificios espirituales y agradables a Dios" (1Pedro 2, 5).
Tercero. El sacerdote católico fue designado por Dios para ofrecer el Sacrificio Santo y agradable a Dios --no otro sacrificio, sino el mismo realizado por Cristo en la Cruz-- cumpliendo con ello el deseo de Cristo: "que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, y después de dar gracias lo partió, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.» De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo: «Esta es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía.»" (1 Corintios 11, 23-25). El texto es sumamente claro e indica y señala de un modo inteligible que Jesucristo manda y, en cierto modo, ordena que lo que él acaba de realizar, ellos, los apóstoles, debían también realizarlo como memorial, es decir, traer al presente de la celebración, aunque de un modo incruento, el momento histórico de Su Pasión y Muerte en cruz y la consecuente manifestación gloriosa de Su Resurrección. Eso es la Santa Misa: la actualización (hacer presente lo acontecido hace dos mil años) del único y eterno sacrificio de Cristo por la remisión de los pecados de la humanidad. No es otro sacrificio, ni mucho menos un sacrificio añadido al de Cristo ni al modo de la Antigua Ley.
Cuarto. Es en la Santa Misa donde se cumple la profecía de Malaquías: "Desde donde sale el sol hasta el ocaso, en cambio, todas las naciones me respetan y en todo el mundo se ofrece a mi Nombre tanto el humo del incienso como una ofrenda pura. Porque mi fama se extiende por todos los países, sostiene Yahvé de los Ejércitos" (Malaquías 1, 11). Así el sacerdote católico viene a cumplir la profecía al ofrecer a Dios "el humo del incienso" --la oración de la Iglesia (para referencia ver Apocalipsis 5, 8 y 8, 3-4)--, y "una ofrenda pura" --la víctima del único y eterno Sacrificio: Jesucristo, Hostia viva y veraz--. De esta manera el sacerdote católico ejerce un verdadero y auténtico sacerdocio que emana del Único y eterno Sacerdocio de Cristo y que, como bien dice San Pedro, son "sacerdotes que, por Cristo Jesús, ofrecen sacrificios espirituales y agradables a Dios.”
Quinto. Los protestantes no quieren admitir el pastoreo de nuestros sacerdotes en la única y verdadera Iglesia fundada por Jesucristo, pero se aferran a la autoridad y pastoreo de sus ministros y pastores que se han adjudicado ellos mismos una misión a la que Cristo no los llamó ni les autorizó realizar.
Sexto. Nuestros pastores, los legítimos sucesores de los apóstoles y, por consiguiente, verdaderos representantes de Cristo en la tierra, son columnas y fundamentos de unidad, principio básico y fundamental en la identificación de la única y verdadera Iglesia de Cristo; mientras que los pastores y ministros de las iglesias separadas son signos de desacuerdos, desórdenes y confusión doctrinal, moral y espiritual que ha llevado y degenerado en las múltiples e incontables sectas que hoy pretenden, cada una de ellas, ser la Iglesia de Cristo.
Afirmación XIII: Autoridad de la Iglesia de Cristo.
Si Cristo quiso y constituyó una jerarquía para encabezar y guiar su Iglesia, no fue para mero adorno, sino para ejercer una función de capital importancia:
a) mantener la unidad y estabilidad de la Iglesia;
b) asegurar la permanente y constante propagación del Evangelio por todo el mundo hasta el fin del mundo;
c) la permanencia de la verdad total en su justo equilibrio evitando cualquier desviación o contaminación;
d) asegurar un orden y una disciplina capaz de orientar, enseñar, corregir eficaz, correcta y adecuadamente todo, de acuerdo con el contenido de la Divina Revelación, a la humanidad entera llamando y permitiendo el libre y fácil acceso en su regazo.
Todo esto bajo el amparo y la guía del Espíritu Santo conforme las promesas de Jesucristo.
Argumento A: Institución y autoridad del papado.
El papado es una de las instituciones en la Iglesia de Cristo, después de la Eucaristía y la devoción a la Virgen María y los santos, que más dan qué decir y atacar por parte de las iglesias separadas y sectas. El sentido común y la lógica nos dicta que todo organismo humano requiere de un cuerpo dirigente para que pueda mantenerse en pie y pueda funcionar bien y cumplir en su totalidad con todos sus objetivos; y este cuerpo dirigente requiere de una cabeza que evite la anarquía, la división y la desintegración de dicho organismo. Del mismo modo, la Iglesia por el simple hecho de estar constituida por seres humanos (no de ángeles) requiere de un organismo o cuerpo dirigente que, guiado por el Espíritu de Dios, pueda cumplir con la misión a ella encomendada. Y ese cuerpo dirigente requiere, para así mismo evitar una anarquía y consiguiente desintegración de la Iglesia (como de hecho hubiese ocurrido de no haber sido creado), una cabeza visible que le diera dirección y unidad a todo el Cuerpo. Por eso esta institución creada y querida por Dios y respaldada por el Espíritu Santo es la que mejor ha logrado mantener la unidad de la Iglesia y la estabilidad y seguridad doctrinal y moral a lo largo de los siglos (como ejemplo en contra veamos lo ocurrido con el protestantismo y las iglesias ortodoxas); institución con la que Cristo cumple su promesa de que los poderes del infierno no podrán contra su Iglesia. Por eso los ataques constantes y continuos contra esta institución.
Prueba 1: "Y ahora, yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra) y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia..." (Mateo 16, 18).
En otros tratados ya he tocado el tema, pero ante la importancia que reviste es bueno ampliar y establecer lo más claramente posible esta verdad bíblica. Scott Hahn en su testimonio nos sigue dando más luz al respecto.
Testimonio de Scott Hahn:
"Mientras el Dr. Gerstner y yo viajábamos, tuvimos cuatro horas de intensa discusión teológica. Empecé a sacar toda la reserva de argumentos que había ido acumulando, acerca de la Iglesia Católica como el punto culminante de la historia de la salvación en el Antiguo Testamento y la materialización de la Nueva Alianza.
El Dr. Gerstner escuchaba con atención, respondiendo cada punto con interés y respeto. Parecía mirar mis argumentos como algo novedoso; pero al mismo tiempo insistía en que no justificaban de por sí el que alguien se pasara a la Iglesia católica romana, a la que se refería como «la sinagoga de Satanás.»
En un determinado momento me preguntó: «Scott, ¿qué base bíblica tú encuentras para el Papa?»
«Dr. Gerstner, usted sabe que el evangelio de Mateo enfatiza el papel de Jesús como Hijo de David y Rey de Israel. Yo creo que Mateo 16, 17-19 nos muestra cómo Jesús deja esto establecido: Le dio a Simón tres cosas: Primero, un nombre nuevo: Pedro (o Piedra); segundo, su compromiso de edificar su Iglesia sobre Pedro; y tercero, las llaves del Reino de los Cielos. Es este tercer punto el que encuentro más interesante.
«Cuando Jesús habla de las «llaves del Reino», hace referencia a un importante texto del Antiguo Testamento, Isaías 22, 20-22, donde Ezequías, el heredero del trono real de David, y el rey de Israel en los días de Isaías, reemplaza a su viejo primer ministro, Shebna, por uno nuevo llamado Eliakim.
Cualquiera podía darse cuenta de quién de los miembros del gabinete era el nuevo primer ministro ya que se le habían entregado las «llaves del reino».
Confiándole a Pedro las «llaves del Reino», Jesús establece el cargo de Primer Ministro para administrar la Iglesia como su Reino en la tierra. Las «llaves» son, pues, un símbolo del oficio y la primacía de Pedro para ser transmitido a sus sucesores; como de hecho se ha transmitido a lo largo de las épocas».
Me respondió: «Es un argumento muy ingenioso, Scott».
«¿Y cómo lo refutamos nosotros los protestantes?»
Me dijo: «Bueno, no creo haberlo escuchado antes. Tendría que pensar un poco más en ello...»
«Es por eso, Dr, Gerstner, que yo personalmente estoy empezando a creer que Cristo no nos dejó con sólo un libro y su Espíritu. De hecho, en ninguna parte del evangelio Él dice algo a sus apóstoles acerca de escribir. Más bien, apenas menos de la mitad de ellos escribieron libros que fueran incluidos en el Nuevo Testamento. Lo que Cristo sí le dijo a Pedro fue: «Sobre esta piedra construiré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.» Por eso me parece más lógico que Jesús nos haya dejado su Iglesia, --constituida por el Papa, los obispos y los Concilios, todos ellos necesarios para aplicar e interpretar la Escritura»" (Roma Dulce Hogar, págs. 73-74 y 76-77).
Los protestantes indican que las variantes Pedro (Petros en griego) y piedra (petra en griego) son la clave para la recta interpretación del texto, y así dicen que la primera parte ("tú eres Pedro" -Petros-) se refería a Simón, pero la segunda parte ("y sobre esta piedra" -petra-) Jesús se refería a sí mismo.
San Mateo (y no Cristo) no pretende hacer una diferencia de intenciones o una doble intención de Cristo con relación a las funciones de Simón (que según la interpretación protestante el cambio de nombre no posee ninguna función -actitud ilógica e irracional en Cristo-), frente a las funciones de Cristo como la Piedra sobre la cual edificaría su Iglesia (convirtiendo la estructura de la oración en un enigma y un absurdo o contradicción); sino dejar bien establecido la razón y el porqué del cambio de nombre: "Tú eres Pedro" (Petros), cambio de nombre para indicar un propósito y dejar establecida una base, un sostén que dé firmeza y estabilidad a lo que Cristo va a realizar por medio de Simón: "y sobre esta piedra" (petra), refiriéndose a la Piedra elegida como base y fundamento de la nueva y magna construcción: "edificaré mi Iglesia", razón fundamental por la que Cristo estableció a Simón como Piedra, base y fundamento visible de su Iglesia.
Otro punto importantísimo es el hecho de que Mateo haya querido reforzar la intención de Cristo con el doble género de la palabra piedra en griego (petros-masculino y petra-femenino), recordando que en arameo (la lengua que Cristo habló) se dice igual -kefas o Cefas-. El que Mateo haya utilizado ambas palabras en nada debilita la posición católica, sino que la refuerza dándole una visión más clara a la intención de Cristo. El término en masculino Petros indica la elección específica de esa persona y no otra.
Así, Mateo refuerza la intención de Cristo con relación a Simón, eliminando a cualquier otra persona, convirtiéndolo en el único elegido para tal misión o desempeño de vital importancia. El término en femenino petra indica el ejercicio y misión específica que tal persona -en nuestro caso, Simón- va a desempeñar y ejecutar como fundamento elegido por Dios para garantizar la unidad y asegurar la permanencia de la Iglesia a lo largo de los siglos, "que ni los poderes del infierno podrán destruir". Esta promesa indica que esa misión, autoridad y poder recibida por Simón será transmitida a sus sucesores y no compartida a la misma vez (en el mismo tiempo) por otro u otros, evitando así cualquier gobierno paralelo, como los intentos de varios antipapas a lo largo de la historia.
Prueba 2: "Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los Cielos" (Mateo 16, 19).
Este texto no es tomado en cuenta por los hermanos separados. El mismo es clave para la recta interpretación del versículo anterior. Si se toma en cuenta, la verdad de que Cristo sí edificó su Iglesia sobre Simón, adquiere sentido y razón de ser. Hagamos un ejercicio de sentido común: si se acepta como válido la interpretación del texto anterior (Mt. 16, 18) según es interpretado por los protestantes ¿cómo habría que interpretar este texto en el que Cristo le otorga a Simón, ahora llamado Pedro, las llaves del Reino de los Cielos? Y no vengan con que Pedro está en el cielo con un enorme llavero custodiando unas puertas. ¿Cómo tiene que ser interpretado el poder que Cristo le confiere a Simón Pedro, y sólo a él, de atar y desatar? Si Simón Pedro es constituido cabeza y fundamento visible por Jesucristo para la edificación de su Iglesia, estos poderes y autoridad adquieren sentido y razón de ser. Pero si todo ha sido un montaje y un juego de palabras con el que Cristo quiere indicar otra cosa, el versículo 19 se convierte en un enigma y en un sin sentido.
"El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia... El poder de "atar y desatar" significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia (Catecismo de la Iglesia Católica #553).
Por eso, el Papa tiene todo el derecho dado por Dios a dicha institución para ejercer el ministerio con toda la autoridad y poder requerido para tal función y cargo (las llaves del Reino), y así se constituye en la Iglesia el poder ejecutivo que, como un poderoso ligamento, mantendrá la unidad y estabilidad doctrinal de la Iglesia gracias a la acción del Espíritu Santo. Mas, también, queda constituido el poder legislativo y judicial (atar y desatar) que garantizará la correcta, adecuada y necesaria disciplina y normas, y la sana y justa ejecución de las mismas, evitando así la anarquía que de lo contrario hubiera llevado a la Iglesia a su inminente deterioro doctrinal, moral y espiritual y su posterior destrucción, tal y como enseñan los protestantes que ocurrió con la Iglesia fundada por Cristo, cometiendo con ello una terrible blasfemia contra el Espíritu Santo.
Es claro que cuando Cristo dice: "todo lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo", se sobreentiende que todo cuanto Pedro y sus sucesores determinen y dictaminen en lo doctrinal, moral y espiritual para bien y salvación de las almas, será ratificado por Dios en el Cielo. Es decir, Cristo le comunica a Pedro y a los demás apóstoles (Mateo 18, 18) en comunión con Pedro el poder de la infalibilidad que, no es otra cosa, la seguridad y certeza de que todo cuanto la Iglesia enseñe como doctrina oficial es completamente verdadero (siempre y cuando sea bajo el aspecto doctrinal, moral y espiritual en su esencia -lo que Dios se ha dignado revelarnos-).
Prueba 3: "Después que comieron, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Este contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero» Jesús dijo: «Apacienta mis corderos» Y le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero» Jesús dijo: «Cuida mis ovejas» Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso muy triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas»" (Juan 21, 15-17).
Este texto es uno de los más claros y evidentes para dejar totalmente establecido y fuera de toda duda del deseo de Cristo de dejar a Simón Pedro como cabeza de la Iglesia. Simón es dejado por el mismo Cristo como Pastor visible de la única y verdadera Iglesia por Él fundada. Si no es así, echemos este texto, y por consiguiente toda la Biblia a la basura.
Prueba 4: "Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como se hace con el trigo; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Tú, entonces, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos" (Lucas 22, 31-32).
Conclusión: No hay duda que la Biblia deja claramente establecido la elección de Simón Pedro como base de la Iglesia fundada por Jesucristo, y que éste es constituido como cabeza visible de la Iglesia, con los poderes necesarios para gobernarla en nombre de Jesucristo. Y al que no le guste, quéjese con Cristo que fue quien inventó esta manera de dirigir y gobernar su Iglesia.
Argumento B: Autoridad de la Iglesia de Cristo
Los siguientes textos nos indican que, efectivamente la Iglesia, y en ella los Apóstoles y sucesores, recibió de Cristo una autoridad legislativa y judicial para el recto gobierno de la Iglesia. Si Cristo no hubiese querido dar tal autoridad no hubiese dado el poder de atar y desatar.
Prueba 1: "Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a dos o tres, de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida. Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un publicano" (Mateo 18, 15-17).
Jesús está estableciendo unos parámetros a seguir, para que la Iglesia pueda fácilmente regirse para los casos de posible excomunión ("...será para ti como un pagano o un publicano").
Prueba 2: "Si alguien fomenta sectas en la Iglesia, le llamarás la atención una primera y una segunda vez; después rompe con él, sabiendo que es un descarriado y culpable que se condena a sí mismo" (Tito 3, 10-11).
Prueba 3: "Yo les digo: «Todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado, y todo lo que desaten en la tierra, el Cielo lo tendrá por desatado» (Mateo 18, 18; de modo especial a Simón Pedro -Mt. 16,19-).
Lo interesante e impresionante de esta autoridad que Cristo confiere a la Iglesia de atar y desatar (al igual que Mateo 16,19) es que, tal autoridad no se detiene en esta tierra, sino que es extensiva al "reino de los cielos". Luego la autoridad depositada en la Iglesia y a los Apóstoles representados en Simón-Pedro, es una autoridad divina a la que, por consiguiente, todos los fieles de la Iglesia deben respeto y obediencia. Y esta realidad se puede entender por lo siguiente:
Prueba 4. “Quien les escucha a ustedes, me escucha a mí; quien les rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.” (Lucas 10,16)
Jesús es bien claro al indicar con este gesto que ellos, sus Apóstoles y discípulos en el ejercicio de su ministerio, en la Iglesia y para la Iglesia, le están representando a él y, por consiguiente, cada miembro de la Iglesia tiene que escucharles y obedecerles. Este gesto indica que Cristo le confiere a su Iglesia el poder y autoridad de enseñar y dirigir en su Nombre. Sólo y únicamente a su Iglesia, la que él fundó.
Argumento C. La obediencia a los pastores de la Iglesia de Cristo
Según esta autoridad que claramente se desprende de las Escrituras los pastores de la Iglesia de Jesucristo, por su origen divino, deben ser obedecidos y respetados.
Prueba 1. 1 Tesalonicenses 5, 12-13: “Os pedimos, hermanos, que tengáis en consideración a los que trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan. Tenedles en la mayor estima con amor por su labor. Vivid en paz unos con otros.”
Prueba 2. Hebreos 13, 17: “Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna.”
En ambos textos se ve claro que la Biblia reconoce la autoridad que Cristo otorgó a sus representantes y que, por consiguiente, los fieles de la Iglesia de Cristo tienen la obligación de reconocerles y sujetarse a ellos.
Conclusión. Solo la Iglesia de Jesucristo, la que Él fundó, es la única que posee el poder divino de propagar el Evangelio con autoridad y en la verdad (Efesios 3,10-11), luego a Ella es a quien todos los fieles (y todos los que deseen llegar a la plenitud de la verdad) le deben obediencia. Desobedecer a la verdadera y legítima Iglesia de Cristo, es desobedecer a Cristo.
Afirmación XIV: Apostolicidad de la Iglesia de Cristo (confirmación jerárquica de la Iglesia y sucesión apostólica).
Ya no es solamente haber demostrado bíblicamente la autoridad de la Iglesia, sino que hay la necesidad de demostrar que dicho poder y autoridad, según el deseo expresado por Cristo, fue también para los sucesores de los apóstoles.
Argumento A: Transmisión de poderes por la imposición de las manos: signo inequívoco de la sucesión apostólica y garantía y seguridad de que, los legítimos y auténticos representantes de Cristo son los que han recibido la autoridad divina de mano de los Apóstoles del Cordero.
Prueba 1. En el Antiguo Testamento
a. Números 27,15-23: "Habló Moisés a Yahveh y le dijo:
«Que Yahveh, Dios de los espíritus de toda carne, ponga un hombre al frente de esta comunidad, uno que salga y entre delante de ellos y que los haga salir y entrar, para que no quede la comunidad de Yahveh como rebaño sin pastor.»
»Respondió Yahveh a Moisés: «Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el espíritu, impónle tu mano, y colócalo delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la comunidad para darle órdenes en presencia de ellos y comunicarle parte de tu dignidad, con el fin de que le obedezca toda la comunidad de los israelitas. Que se presente al sacerdote Eleazar y que éste consulte acerca de él, según el rito del Urim, delante de Yahveh. A sus órdenes saldrán y a sus órdenes entrarán él y todos los israelitas, toda la comunidad.»
»Moisés hizo como le había mandado Yahveh: tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la comunidad. Le impuso su mano y le dio sus órdenes, como había dicho Yahveh por Moisés".
Prueba 2. En el Nuevo Testamento. Nótese el paralelismo entre ambos Testamentos
a. Hechos 8,17-20: “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén tuvieron noticia de que los samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, ya que todavía no había descendido sobre ninguno de ellos y sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
»Al ver Simón (el mago) que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se transmitía el Espíritu, les ofreció dinero, diciendo: «Denme a mí también ese poder, de modo que a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.»
b. Hechos 13,2-3: “Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: «Sepárenme a Bernabé y a Saulo y envíenlos a realizar la misión para la que los he llamado.» Ayunaron e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron.”
c. 1 Timoteo 4, 13-14: "...dedícate a la lectura, a la predicación y a la enseñanza. No descuides el don espiritual que posees y que recibiste de mano de profeta cuando el grupo de los presbíteros te impuso las manos".
d. 1 Timoteo 5, 22: "No impongas a nadie las manos a la ligera, no sea que te hagas cómplice de los pecados de otro".
En los textos anteriores vemos cómo se transmite, por la imposición de manos, el Espíritu Santo a la Iglesia en general como la autoridad del ministerio del gobierno apostólico a las siguientes generaciones de discípulos escogidos para desempeñar tal cargo.
Esta acción es testimonio evidente de que el ministerio de pastoreo y autoridad en la Iglesia, contrario a lo que opinan no católicos, NO murió con la muerte de los Apóstoles, sino que continuó y continúa hoy hasta el fin del mundo.
Sólo son legítimos pastores y representantes de Cristo los que, a lo largo de los siglos e ininterrumpidamente, han recibido dicho encargo, por la imposición de las manos, de pastorear la Iglesia.
A continuación un claro ejemplo de la creación de un ministerio dentro del cuerpo dirigente con el fin de ayudar a los Apóstoles y atender las necesidades de la Iglesia:
e. Hechos 6, 1-6 (importante leer el texto)
Como hemos visto la autoridad apostólica se extiende a todos los servicios en la Iglesia, y no da espacio a opiniones personales e interpretaciones privadas que desembocarían de seguro en una Iglesia fragmentada.
Conclusión: La imposición de manos es un signo de la realidad de poderes recibida de los apóstoles y transmitida eficazmente a sus sucesores. Sólo la Iglesia Católica Apostólica y Romana mantiene de un modo absoluto y completo dicha sucesión (aunque la Iglesia Católica reconoce también la validez de la ordenación bajo las iglesias ortodoxas).
Por eso subrayo absoluto y completo por la comunión de la Iglesia a la cabeza de unidad y estabilidad: el obispo de Roma, el Papa.
Prueba 2. Hebreos 13, 17: “Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna.”
En ambos textos se ve claro que la Biblia reconoce la autoridad que Cristo otorgó a sus representantes y que, por consiguiente, los fieles de la Iglesia de Cristo tienen la obligación de reconocerles y sujetarse a ellos.
Conclusión. Solo la Iglesia de Jesucristo, la que Él fundó, es la única que posee el poder divino de propagar el Evangelio con autoridad y en la verdad (Efesios 3,10-11), luego a Ella es a quien todos los fieles (y todos los que deseen llegar a la plenitud de la verdad) le deben obediencia. Desobedecer a la verdadera y legítima Iglesia de Cristo, es desobedecer a Cristo.
Afirmación XIV: Apostolicidad de la Iglesia de Cristo (confirmación jerárquica de la Iglesia y sucesión apostólica).
Ya no es solamente haber demostrado bíblicamente la autoridad de la Iglesia, sino que hay la necesidad de demostrar que dicho poder y autoridad, según el deseo expresado por Cristo, fue también para los sucesores de los apóstoles.
Argumento A: Transmisión de poderes por la imposición de las manos: signo inequívoco de la sucesión apostólica y garantía y seguridad de que, los legítimos y auténticos representantes de Cristo son los que han recibido la autoridad divina de mano de los Apóstoles del Cordero.
Prueba 1. En el Antiguo Testamento
a. Números 27,15-23: "Habló Moisés a Yahveh y le dijo:
«Que Yahveh, Dios de los espíritus de toda carne, ponga un hombre al frente de esta comunidad, uno que salga y entre delante de ellos y que los haga salir y entrar, para que no quede la comunidad de Yahveh como rebaño sin pastor.»
»Respondió Yahveh a Moisés: «Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el espíritu, impónle tu mano, y colócalo delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la comunidad para darle órdenes en presencia de ellos y comunicarle parte de tu dignidad, con el fin de que le obedezca toda la comunidad de los israelitas. Que se presente al sacerdote Eleazar y que éste consulte acerca de él, según el rito del Urim, delante de Yahveh. A sus órdenes saldrán y a sus órdenes entrarán él y todos los israelitas, toda la comunidad.»
»Moisés hizo como le había mandado Yahveh: tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la comunidad. Le impuso su mano y le dio sus órdenes, como había dicho Yahveh por Moisés".
Prueba 2. En el Nuevo Testamento. Nótese el paralelismo entre ambos Testamentos
a. Hechos 8,17-20: “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén tuvieron noticia de que los samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, ya que todavía no había descendido sobre ninguno de ellos y sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
»Al ver Simón (el mago) que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se transmitía el Espíritu, les ofreció dinero, diciendo: «Denme a mí también ese poder, de modo que a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.»
b. Hechos 13,2-3: “Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: «Sepárenme a Bernabé y a Saulo y envíenlos a realizar la misión para la que los he llamado.» Ayunaron e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron.”
c. 1 Timoteo 4, 13-14: "...dedícate a la lectura, a la predicación y a la enseñanza. No descuides el don espiritual que posees y que recibiste de mano de profeta cuando el grupo de los presbíteros te impuso las manos".
d. 1 Timoteo 5, 22: "No impongas a nadie las manos a la ligera, no sea que te hagas cómplice de los pecados de otro".
En los textos anteriores vemos cómo se transmite, por la imposición de manos, el Espíritu Santo a la Iglesia en general como la autoridad del ministerio del gobierno apostólico a las siguientes generaciones de discípulos escogidos para desempeñar tal cargo.
Esta acción es testimonio evidente de que el ministerio de pastoreo y autoridad en la Iglesia, contrario a lo que opinan no católicos, NO murió con la muerte de los Apóstoles, sino que continuó y continúa hoy hasta el fin del mundo.
Sólo son legítimos pastores y representantes de Cristo los que, a lo largo de los siglos e ininterrumpidamente, han recibido dicho encargo, por la imposición de las manos, de pastorear la Iglesia.
A continuación un claro ejemplo de la creación de un ministerio dentro del cuerpo dirigente con el fin de ayudar a los Apóstoles y atender las necesidades de la Iglesia:
e. Hechos 6, 1-6 (importante leer el texto)
Como hemos visto la autoridad apostólica se extiende a todos los servicios en la Iglesia, y no da espacio a opiniones personales e interpretaciones privadas que desembocarían de seguro en una Iglesia fragmentada.
Conclusión: La imposición de manos es un signo de la realidad de poderes recibida de los apóstoles y transmitida eficazmente a sus sucesores. Sólo la Iglesia Católica Apostólica y Romana mantiene de un modo absoluto y completo dicha sucesión (aunque la Iglesia Católica reconoce también la validez de la ordenación bajo las iglesias ortodoxas).
Por eso subrayo absoluto y completo por la comunión de la Iglesia a la cabeza de unidad y estabilidad: el obispo de Roma, el Papa.
Podemos hallar hasta cuatro líneas de sucesión en el Nuevo Testamento, por ejemplo: los Apóstoles le impusieron las manos a San Pablo (Hechos 13, 2-3), San Pablo, junto con otros presbíteros, le impuso las manos a su discípulo Timoteo (1 Timoteo 4, 13-14; 2 Timoteo 1,6) a quien aconseja no precipitarse en imponer las manos a otros (1 Timoteo 5, 22) sino a examinarlos primero antes de imponerles las manos; y una línea indefinida (sin término, sin conclusión, por siempre) de tradición apostólica: 2 Timoteo 2, 2 (San Pablo le transmite la doctrina de Cristo a Timoteo quien a su vez deberá transmitirla a otros que sean capaces de transmitirla también a otros).
Argumento B: Establecimiento jerárquico de la Iglesia.
Prueba 1. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20,28).
Prueba 2: "En cada Iglesia designaron presbíteros y, después de orar y ayunar, los encomendaron al Señor en quien habían creído" (Hechos 14, 23).
Prueba 3: "Te dejé en Creta, para que solucionaras los problemas y pusieras presbíteros en todas las ciudades, de acuerdo con mis instrucciones" (Tito 1, 5).
Conclusión: La ejecución del establecimiento de autoridades o representantes en cada iglesia particular ayudó a mantener la comunión con los demás apóstoles permitiendo una completa estabilidad en toda la Iglesia.
Argumento C: Ejercicio jerárquico y de autoridad de la Iglesia.
Prueba 1: "Cuídense ustedes y todo el rebaño, a cuya cabeza los ha puesto el Espíritu Santo como obispos para apacentar la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre" (Hechos 20, 28).
Prueba 2: El caso de los Hechos de los Apóstoles capítulo 15. Favor de leerlo y reflexionarlo bajo la luz de todo lo hasta ahora dicho.
Preguntas de reflexión: *¿Qué nos dice el texto? *¿En qué parte del texto se verifica que los apóstoles ejercen su autoridad? *¿Utilizan la Biblia como única fuente de autoridad? ¿el Antiguo Testamento? ¿el Nuevo Testamento? ¿por qué?
Léase el capítulo hasta el versículo 35 y estudiese con detenimiento, especialmente los versículos "24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras,..." y "28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:..."
Notemos el lenguaje utilizado por el que expresan desaprobación ante una decisión tomada por algunos miembros de la Iglesia (judíos conversos) sin la previa autorización de los Apóstoles. Con esta acción están reconociendo una autoridad que han recibido de Dios (como veremos en textos más abajo), autoridad que, junto con el Espíritu Santo, ejercen para el beneficio de la Iglesia. Sin esta autoridad (como se lee en este caso y las diferentes situaciones que van surgiendo en la Iglesia como leemos en algunos casos narrados por San Pablo), la Iglesia se hubiera resquebrajado e irremediablemente dividido en fracciones independientes puesto que, un grupo por falta de dirigentes constituidos en un cuerpo gobernante, hubiese desembocado en ello.
Argumento B: Establecimiento jerárquico de la Iglesia.
Prueba 1. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20,28).
Prueba 2: "En cada Iglesia designaron presbíteros y, después de orar y ayunar, los encomendaron al Señor en quien habían creído" (Hechos 14, 23).
Prueba 3: "Te dejé en Creta, para que solucionaras los problemas y pusieras presbíteros en todas las ciudades, de acuerdo con mis instrucciones" (Tito 1, 5).
Conclusión: La ejecución del establecimiento de autoridades o representantes en cada iglesia particular ayudó a mantener la comunión con los demás apóstoles permitiendo una completa estabilidad en toda la Iglesia.
Argumento C: Ejercicio jerárquico y de autoridad de la Iglesia.
Prueba 1: "Cuídense ustedes y todo el rebaño, a cuya cabeza los ha puesto el Espíritu Santo como obispos para apacentar la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre" (Hechos 20, 28).
Prueba 2: El caso de los Hechos de los Apóstoles capítulo 15. Favor de leerlo y reflexionarlo bajo la luz de todo lo hasta ahora dicho.
Preguntas de reflexión: *¿Qué nos dice el texto? *¿En qué parte del texto se verifica que los apóstoles ejercen su autoridad? *¿Utilizan la Biblia como única fuente de autoridad? ¿el Antiguo Testamento? ¿el Nuevo Testamento? ¿por qué?
Léase el capítulo hasta el versículo 35 y estudiese con detenimiento, especialmente los versículos "24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras,..." y "28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:..."
Notemos el lenguaje utilizado por el que expresan desaprobación ante una decisión tomada por algunos miembros de la Iglesia (judíos conversos) sin la previa autorización de los Apóstoles. Con esta acción están reconociendo una autoridad que han recibido de Dios (como veremos en textos más abajo), autoridad que, junto con el Espíritu Santo, ejercen para el beneficio de la Iglesia. Sin esta autoridad (como se lee en este caso y las diferentes situaciones que van surgiendo en la Iglesia como leemos en algunos casos narrados por San Pablo), la Iglesia se hubiera resquebrajado e irremediablemente dividido en fracciones independientes puesto que, un grupo por falta de dirigentes constituidos en un cuerpo gobernante, hubiese desembocado en ello.
Argumento D: Ejercicio histórico de autoridad: el canon de la Biblia ¿quién formó la Biblia? ¿quién decretó con autoridad divina que cada uno de los libros son de inspiración divina?
Prueba 1. Tratados
Prueba 2. Vídeos
Conclusión: Si no fuera por la jerarquía apostólica cuya autoridad se dejaba sentir en nombre de Cristo, el cristianismo, desde sus inicios, hubiese colapsado y se hubiese dividido en tantas iglesias independientes como ciudades hay en todo el imperio (para las pruebas de todo esto, vuelve a repasar todo este capítulo desde el principio).
Sexta parte: Identificación de la Iglesia que Cristo fundó con la Iglesia Católica y su lucha contra Satanás (accede a índice de contenido).
Para acceder a tratados ya publicados ver índice de contenido
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Formación católica (enlaces). Información y formación para el católico de hoy (tratados, vídeos, blogs y páginas web, otros) sobre Dios, Jesucristo, Iglesia, Divina Revelación (Biblia y Tradición), Dogmas de fe, protestantismo y ateísmo, leyendas negras contra la Iglesia y las contribuciones de la Iglesia a la Humanidad...
1. Oasis de Salvación y verdad (página principal)
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